“Es la luz la
que expone, anima y muchas veces crea las áreas de su imaginación, y es la luz la que subraya la vívida presencia del
actor y la baña con una favorecedora atmósfera.” Josef Svodoba (Cáslav,
Checoslovaquia 1920- Praga, República Checa 2002), creador e investigador
Checoslovaco
Cuando
empezamos en el “quehacer de la carpintería escénica” siempre hay algo con lo
que soñamos y es lo hermoso que se verá en escena, el como una buena
iluminación podrá hacer que todo se valorice, pero debemos entender que esos
mismos aparatos con un mal criterio puede hacer que todo se “aplane” y se vea
fatal.
Otra cosa que
nos puede suceder es que dependamos en su totalidad de los técnicos de la sala,
(no tengo nada en contra de ellos, muchos se han convertido en muy buenos
amigos), pero por lo menos en mi vivencia, puedes encontrar personas altamente
dispuestas a ayudarte, como puedes encontrar a otros que no tienen tanta
disposición o interés lo que te da como resultado un proceso de frustración
visual…
Solo el estudio
y el practicar con el “Sr. Tablón” –es como llamamos al escenario- lo que nos
dará la pericia necesaria para poder llevar a físico lo que tenemos en nuestra
mente.
Podemos empezar
con un resumen que hicimos del texto de Eli Sirlin, en su libro “La luz en el
teatro, Manual de Iluminación” del 2005, específicamente a lo referente a las
Luminarias:
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